Y te vi... ¿o te soñe?... te vi

Mis acompañantes me dejaron y:

comencé a llamarte... se apoderó de mi la lluvia y su ruido; y, de repente, de la nada, ahí estabas... Tú y tu ropa que servían de tobogán a las gotas; tú, caminando nuevamente frente a mí... como desesperada.
Me viste y lentamente, mas con un tono muy marcado, abriste los ojos como quien ve un espanto. De tu boca resbalaron casi al mismo tiempo una juguetona gota, de la cual envidie su risa, y varias letras que, al tomarse de la mano, gritaron desesperadamente lo que tu voz quiso: ¡¿por qué?!
No pude evitar esa pregunta que me invitaba a ser poseído por letras pasadas y te dije: “Eso pregúntaselo a la lluvia y de paso pregúntale por mi ¿como?”. Tu espanto fue poco a poco desapareciendo y tu cara se fue transformando en alguien que yo algún día deseé tanto. Tu boca volvió a tomar su lugar y se puso en fila con tu nariz; tus manos, que sin fijarme antes estaban levantadas, cayeron vencidas (como tú) ante algo similar a la resignación.
La lluvia me pidió a gritos que saliera de mi fuerte y pelease contra ella, sus hijas las gotas deseaban un nuevo tobogán y por sobre todo mis pies pedían tan enconadamente mojarse junto a los tuyos; y así la inercia y un excitante impulso me condujeron “alado” hacia ti.
Te quise hablar, pero mi boca celosa de la tuya se negó a decir palabra alguna; quise tocarte, pero mis manos lloraron de miedo al recordar tan exactamente la reacción que había al hacerlo y huyeron a esconderse abrazadas detrás de mi espalda... y ante tal complot que se formo por esas injustas partes de mi cuerpo le rogué a mis ojos verte.
Que hermoso y ciego (o más bien cegador) paisaje había frente a mi... recorrí temblorosamente el desierto de tus piernas, y las tormentas de arena que se formaban al besarte los dedos vinieron a mi mente y se clavaron. Subí enseguida al valle de tu vientre y vi, más como un recuerdo, (pues tu blusa no permitió otra cosa) el profundo pozo de mis más grandes deseos: Tu ombligo. Quise llorar al ver las imágenes frustradas de mi recuerdo, el como jugaba con tus pechos y hacia de ellos un lecho donde bien podría haber muerto sin quejarme.
Llegue a tu rostro, y me saludaron tus ojos y las pequeñas gotas de alrededor de estos. Ellos comenzaron a hacerme preguntas... millones por segundo; se movían al mismo tiempo, rápidamente, volviendo a la desesperación (y creí por un momento que era por que estabas a punto de llorar) y después sonreían dudosos de mis reacciones.
Por fin mis manos se soltaron, presas del regaño de mi mente y una de ellas obedeció a las articulaciones y a los cuervos que destrozaban mi estomago mientras lo picoteaban, subió mi mano lentamente... así poco a poco intentaba llegar a tu mejilla, con un vuelo tan, tan lento que desesperaría al tiempo mismo (si éste hubiera estado presente). Subía y subía, y en el ascenso caían las gotas que ahora eran mudas como todo lo otro para mis oídos...

¡Malditas estas letras que hoy te recuerdan!

... a pocos centímetros estaba mi mano de tu mejilla, temblorosa y unida por fin a mis deseos de tocarte, de sentir tu piel y desmayar.

Libro Muerto:
- ¿Te gusta la poesía?
¡Que espantosa pregunta!, ¡Regrésenme a ese mundo paralelo, por favor!, ¡Que desgracia la mía por haberte soñado! y que lastima que llegara mi acompañante el “libro muerto” a regresarme, justo cuando sentiría de nuevo tu tersa piel:

En mis sueños.
Donde te veo en noches…
donde pongo en silencio reproches,
ahí donde te tengo y, lleno de pensamientos,
en mis brazos te escondes.

Donde beso tus labios y no hay razones,
donde recuerdos excavan mis entrañas,
ahí...donde a medias cuentas conmigo
y la escena del teatro me impregna de olores.

Te veo en noches, ¿Sabes donde?
en silencio, donde no caben más reproches,
abrazado a ti te lleno de pensamientos
y te veo... Ya sabes donde

...pues, despues la vida paso, cada quien se fue

con su baile a bailar lejos.. uno sin el otro.

un agradecimiento y mucha luz

donde quiera que ella este... gracias Candy